♥ 3 CUOTAS SIN INTERES • 10% DTO. EF/TRANSFERENCIA ♥

Homenaje al conejo de terciopelo


Cuando era chica me regalaron un bebote. Nunca fui muy fan de jugar con muñecas, salvo con ese bebote. Le ponía ropa tejida, unas ranitas y camperitas que habían sido mías. Me gustaba porque era gordito y con la ropa quedaba mullido y me resultaba lindo agarrarlo.

Recuerdo esa tarde como si fuese hoy. Puedo cerrar los ojos y estoy ahí. Estaba sentada en la punta de mi cama mirando hacia la puerta de la que era mi habitación. Lo tenía sobre mi falda, ya lo había cambiado, le había lavado el pelo y ahora se lo estaba cortando… No sé de dónde había sacado la tijera. Le estaba cortando el flequillo.

Esto es lo que más claro tengo en mi memoria: lo que sentía. Hasta puedo marcar en qué parte del cuerpo lo sentía y lo siento ahora al recordar. (¿les pasa eso? Hay recuerdos que no solo están en la cabeza, quedan en otros lugares del cuerpo) Eso que sentía era por darme cuenta que le estaba haciendo un desastre y quería negarlo mientras intentaba peinarle el flequillo y decía: “ya te va a crecer, no importa”.

No sé cuánto tiempo pasó entre el corte y el paso de mi mamá por la puerta. Apenas noté su presencia, no hizo falta ni siquiera que me pregunte qué estaba haciendo, sentí algo más que no me gustó nada: la horrible certeza de que mi muñeco era eso: un muñeco y por lo tanto el pelo no le iba a crecer. Mi mamá siguió su camino por el pasillo y yo miré a mi bebote y le dije que estaba lindo. Fue lo que me salió. (más negación no se consigue) Otra vez le aplastaba los dos centímetros de flequillo para que se le bajara y le quedara de costado. Me parecía que así iba quedar mejor.

Cuarenta y tantos años después, en el lugar menos pensado: una aplicación de meditación, me encuentro con un cuento: “The Velveteen Rabbit”. (El conejo de terciopelo/de felpa/de peluche. Las versiones de títulos en español) Cuento + conejo, era el combo perfecto para que entrara a chusmear. Lo escuché primero en inglés y después busqué todo lo que pude.

…..

“Había una vez un conejo de terciopelo, y al principio era precioso. Era gordo y mullido, como debe ser un conejo; tenía el pelaje manchado de marrón y blanco, bigotes de hilo de verdad y las orejas forradas de satén rosado.”

…..

La historia en resumen y sin contar mucho por si lo leen luego: a un nene le regalan un conejo de peluche para navidad. El conejo queda entre los juguetes de su habitación un buen tiempo hasta que él lo adopta y pasa a ser su mejor amigo. Luego le sucede algo al nene y deja de jugar con él. La historia sigue y el conejito termina comprobando algo de lo que se habla al principio. Mientras estuvo en un estante de la habitación, el conejo hablaba con el caballo de piel. Y este le explicó lo que significaba ser real, le dijo que cuando un niño juega y quiere mucho, mucho un juguete, ese juguete se hace real.

Cuando leí esa parte del cuento, la escuché en realidad, automáticamente me fui a esa escena que les conté con mi bebote.

………….

“¿Qué es ser real? Preguntó un día el Conejito, cuando todos los juguetes estaban juntos cerca de la pantalla protectora del hogar, antes de que Nana viniera a arreglar la habitación. ¿Es tener cosas que zumban en tu interior y una palanca que te hace funcionar?

Ser real no consiste en cómo estás hecho, dijo el Caballo. Es algo que te pasa. Cuando un niño te quiere durante mucho, mucho tiempo, no sólo para jugar contigo, sino que realmente te quiere, entonces te conviertes en algo real.

¿Duele?, preguntó el Conejito.

A veces, dijo el Caballo, que siempre era de fiar. Pero cuando eres real ya no te importa que te hagan daño.

¿Te sucede de pronto, como cuando te dan cuerda, o poco a poco?”, preguntó.

Eso no te ocurre repentinamente, dijo el Caballo. “Te vas haciendo poco a poco y tarda mucho tiempo. Por eso no le suele ocurrir a los que se quiebran con facilidad, o a los que tienen bordes afilados, o a los que se guardan cuidadosamente. Generalmente, cuando te haces real, casi todo tu pelo se ha desgastado, tus ojos se han salido, tus articulaciones están sueltas y te sientes muy maltrecho. Pero estas cosas no importan ya, porque una vez que eres REAL ya no puedes ser feo, excepto para la gente que no entiende.”


Encontré un montón de análisis que hacen del cuento. En algún lugar leí que lo comparaban con El Principito. A mí la historia me gustó creo que porque se reunieron varias cosas: el protagonista es un conejo, es un cuento de navidad, me recordó a ese juguete mío que hice real.

La autora del cuento es Margery Williams. Una inglesa que empezó a escribir desde muy chica pero profesionalmente desde los diecinueve.

Se casó con un italiano que conoció en la editorial de Londres, era el director de una de las áreas. Tuvieron dos hijos, Cecco y Pamela. Después de la guerra, en 1921 se mudan a Estados Unidos. Un año más tarde, a sus 41 años Margery publica The Velveteen Rabbit, su obra de mayor éxito. Su hija Pamela era artista y llegó a ilustrar algunos de sus cuentos.


El conejo de terciopelo se convirtió en un cuento clásico, se adaptó para teatro, cine, radio y tv. El año pasado Apple Tv estrenó una versión nueva.

Y ahora también está en los tres cuadernos que hice como homenaje. Un homenaje a esos juguetes que tuvimos y quisimos tanto!! Y como recordatorio de que lo que realmente se quiere, asi con “toda el alma”, se convierte en realidad.

Al final, les dejo el trailer y el link al cuento leído en inglés.

Que tengan una linda noche, ojala llena de magia como la de este cuento.

Georgina


Link al cuento leido por Davidji: https://insighttimer.com/es/davidji/meditacion-guiada/the-velveteen-rabbit






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